El del gimnasio
Entrenamiento colectivo: entre el esfuerzo y el homoerotismo basado en el roce genital |
El vigoréxico perdido
Esto no necesita mayor explicación. Es ese tipo de hombre que ha perdido totalmente el norte, que se cicla por encima de sus posibilidades y cuyo brazo es más ancho que tu cabeza. En la práctica, para nuestros fines, no se diferencia mucho del deportista obsesivo. No merece la pena obsesionarse con él, porque mantiene una relación estable (e incluso de dependencia) con sus propios músculos. A no ser que tú también seas vigoréxico, en cuyo caso podréis hacer muy buenas migas y mantener una relación supersana basada en la admiración y la envidia mútuas. Eso sí, si eres falócrata olvídate de él porque los músculos le habrán tensado tanto la piel que no encontrarás ninguna sorpresa entre sus sobredimensionados muslos.
Solo es interesante a nivel de seducción si además es religioso hasta la médula. No es que vayamos de psicólogos (aunque podriamos, porque es nuestro blog y vamos de lo que nos da la gana), pero la ecuación es bastante clara: la religión genera culpabilidad, y la vigorexia puede ser fruto de una sobrecompensación de una culpa. Muchas veces lo que termina de dar sentido a la ecuación es una homosexualidad no asumida, aunque no podemos descartar que sea simplemente un psicópata. No recomendamos salir con psicópatas. Nosotros lo hemos hecho un par de veces y, valga la redundancia, fue una locura.
El que quiere ser portada del Men's Health
Los músculos de este tipo de hetero son más proporcionados y próximos a cánones de belleza más estándar. Es ese tipo de hombre que, cuando se cambia en los vestuarios, no puedes evitar deleitarte más de la cuenta al mirarle. Porque le miras. Y le miras porque es a eso a lo que has ido al vestuario. Vamos, no te hagas el loco, que el primer paso es reconocerlo.
Este no debería ser complicado de seducir, ya que en la mayoría de los casos es gay. Tan seguro como su bonita y resplandeciente sonrisa, blanca y llena de dientes. Si no es gay, es que está casado con su novia, la que conoció en el instituto.
Está nervioso porque no sabe si será seleccionado en la Men's Health. Pero tú ya le has seleccionado para el pajote de buenas noches. |
Va al gimnasio porque sí, hace su ejercicio, se siente más sano, se va, y sigue con su vida. O sea, lo que debería hacer todo el mundo en lugar de estar todo el día mirando el Facebook o leyendo blogs chorras. Es tan normal que no sabemos qué poner aquí, con eso ya lo hemos dicho todo. ¡Maldita gente sana! ¡Ni siquiera se puede hacer un chiste con ellos!
El relaciones públicas
Le odias desde lo más profundo de tu propio ser, pero no puedes decirlo porque te agregó a Facebook el mismo día que le conociste, o sea, la primera vez que pisaste el gimnasio. Sin embargo le sonríes porque todo el mundo lo hace, y no entiendes por qué. Se mueve por el gimnasio como si fuera su casa, pasa allí horas y horas, conoce a todo el mundo, y siempre está de un lado a otro pero no hace ningún ejercicio. Y encima se pasa todo el tiempo sonriendo, pero su higiene dental no está muy al día. ¿Qué coño hace ahí? Porque está claro que no es el dueño ni trabaja allí... Tenemos varias teorías:
- Un deportista de élite que ha sufrido una grave lesión y ha quedado anclado al gimnasio en el que se formó. Ya sabes, como la serie esa de la tía que veía fantasmas y se le presentaban en su casa y su marido, que era enfermero, estaba un poco hasta las pelotas porque aparecían hasta en el dormitorio y así no había manera de follar. Si no hay una foto suya firmada en el vestíbulo del gimnasio puedes descartar esta opción.
- Trabaja de relaciones públicas en alguna discoteca en la que quieren clientela guapa o, al menos, aparente. Si te mete un flyer en la boca cuando estás haciendo tus ejercicios aeróbicos, se trata de eso.
- Es otro gay intentando ligar heteros. Hazte pasar por hétero y fóllatelo. Vivid felices en vuestra mentira y dejaros de tonterías.
- Otras. Escriba aquí sus propias teorías y escenifíquelas con un gráfico ilustrativo: ______________
¿Tienes fuego? |
Este es el mejor. Va al gimnasio simple y llanamente porque le obligan. Hace los ejercicios con desgana, mirando constantemente el reloj. No quiere estar allí, pero le obligan. Puede ser por temas de salud, o por una pareja que quiere cambiarle (y, efectivamente, acabará cambiándole, pero por otro). Dale conversación, seguro que él te lo agradecerá con tal de tener una excusa para no hacer los ejercicios. Quien le está obligando a ir al gimnasio ya ha minado la moral, así que con cualquier cumplido lo tendrás comiendo de la palma de tu mano. Explícale cuántas calorías se consumen follando y hazle la equivalencia con respecto a las máquinas del gimnasio. Nota: no caigas en la trampa de mirar cuántas calorías en el puro y mero orgasmo, se consumen muchas más intentando llegar a ello. Demuéstraselo.
El del sofá (o hetero estándar)
Dejamos para el final el tipo de hetero estándar en su relación con el deporte. Nos referimos al hetero de barriga cervecera que sigue los deportes desde el sofá de su casa o, como mucho, en el bar de la esquina. Es el hetero que valora sobremanera el chándal, pero más que como una prenda para el deporte lo ve como un estilo de vida. Sabe todo sobre su deporte favorito, así como de otros más de los que ni siquiera conoce las reglas pero que vienen en el Marca. Sin embargo, no vamos a profundizar más en ello porque, en realidad, es el tipo de hetero a cuya seducción está dedicado este blog.
Y ya está, no seguimos porque con tanto deporte hemos quedado exhaustos. Ya si eso en la próxima lección hablaremos de algo, no sé... tal vez a las fiestas en casa de heteros.
Its nice
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